La superpoblación y el consumo humano de recursos están socavando los recursos naturales y provocando un cambio climático evidente. El resultado es una alta acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera y picos repentinos de calor y frío que atacan la piel todos los días.
Atacada constantemente por los radicales libres, la piel tiende a volverse más seca y sensible o a producir un exceso de sebo. Por eso es fundamental ofrecer un apoyo particular que contrasta estos desequilibrios y lo hace más resistente a los ataques externos.